Mathieu Loup Gris
Mathieu Loup Gris (Lobo Gris) vivió su primera danza del sol, en Francia, en 2003. Fue dirigida
por Phil Crazy Bull quien interpretó su primera visión. «Subirás a la colina cuatro veces,
danzarás cuatro veces y Tunkasila te pedirá que guíes a tu pueblo hacia el sentido de la tierra.»
Sus primeras cuatro búsquedas las vivió con Carole Anpowichapi Win. Aprendió los cantos y el
contratiempo con Thierry Wambli Gleshka y Steven Blue Horse, quien lo llamó ’Sobrino'. Su
padre espiritual, Michel Bison Noir (Bisonte Negro), lo acompañó en el camino de guiar el inipi
y como acompañante en búsqueda de visión. Desde la primavera de 2012, organiza
campamentos de búsqueda, ofrece inipis, altares de sanación.
En 2008, en Rosebud, le ofreció tabaco a Howard Bad Hand en agradecimiento por sus cantos
y sus palabras de paz. Desde entonces recibe cantos en francés para sus ceremonias. Danza
cuatro años en Red Valley. En su tercera danza, mientras pregunta qué puede hacer por la
tierra, oye que se le dará un árbol sagrado. Regresa a Red Valley para cantar y apoyar a los
amigos que danzan. Le ofrece la canunpa a Howard y le pide que venga a ayudarle a establecer
su visión. «Vendré a ayudarte porque eres sincero», le dice Howard. Bajo su tutela, organiza
desde 2017 una danza del sol por la paz que se arraiga en las fuerzas y recursos de este lado
del océano.
«En el sueño que me inspiró a pedirle ayuda a Howard, estoy sentado al pie del árbol de la
danza, en paz, y Howard está de pie detrás de mí apoyándome. Sé que, por haber traducido
pacientemente su libro y haber discutido durante noches enteras con él, estamos de acuerdo y
al unísono sobre las ceremonias, la paz, la tradición que está viva y se renueva sin cesar. Sé que
el Espíritu sostiene, inspira, bendice esta danza de una manera que me asombra y me anima a
continuar, incluso este año en que Howard no está. Su ejemplo me inspira sencillez, serenidad,
humanidad. Aspiro a la ternura, al amor, a la lucidez, a la paz gozosa. Me encanta cuando cada
uno trabaja libremente, siguiendo la energía que lo empuja y vemos que nuestras trayectorias
individuales han producido una armonía colectiva mayor que nosotros. Entonces me digo “¡Es
más bonito que los sueños!”. Lo hago por la tierra, a la que amo tanto que quiero fundirme en
ella; por mi pueblo con el cual lloro tantas lágrimas de dolor como lágrimas de alegría; por los
árboles, animales, plantas, rocas y toda la vida que incluimos en nuestras ceremonias como
amigos; lo hago por nuestros hijos. El canto la letra del cual más me conmueve es este:
Esta tierra es mía, quiero protegerla.
Esta tierra es mi madre, escúchame rezar.
Por nuestros hijos e hijas, quiero que la tierra viva.
¡Todos estamos conectados!»
Mathieu Lobo Gris
photo by Henri Guillou